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Dios Tánatos

El panteón griego es sumamente amplio, de ahí que a dicha civilización le quepa a la perfección el término de politeísta. Sin embargo, más allá de las divinidades olímpicas, había otra clase de dioses. A continuación, en sintonía, presentamos todo sobre el dios Tánatos: origen, atributos y mucho más.

Origen del dios Tánatos

Tánatos tiene su origen. Según Homero y Hesíodo era hijo de Nix, la noche, y gemelo de Hipnos. Se nos dice que cada noche ambos discutían por quién se llevaría a cada hombre o también que el Sueño era una suerte de imitación de la muerte. Esta divinidad, vinculada a dioses más caliginosos, de todos modos tiene un papel menos comparado a Hades, el regente del inframundo.

Tánatos actuaba cumpliendo el destino que las Moiras (personificaciones del destino y equivalentes a las parcas romanas) dictaban para cada mortal. Es decir, era una deidad vinculada a la muerte pero de una manera no violenta, de ahí que aunque nos parezca contradictorio haya mucho de muerte dulce en su figura. A Tánatos no le gustaba cuando otras deidades intervenían en sus quehaceres.

Atributos del dios Tánatos

En las piezas de cerámica de la antigüedad Tánatos figura como un hombre alado, a menudo armado y acompañado de su hermano Hipnos, en el proceso de trasladar a un muerto (en ciertas representaciones aún se lo confunde con Eros).

Asimismo, era usualmente representado con cinco elementos simbólicos. Había guirnaldas de flores, asociadas con el nacimiento y la vida después de la muerte, antorchas invertidas que eran un simbolismo de la muerte, alas que representaban el poder de volar y escoltar a los difuntos, una espada en su cinturón nunca desenvainada porque el figuraba como personificación de una muerte no violenta y una mariposa que era una antigua expresión de la psique o alma en griego.

Historias asociadas al dios Tánatos

Muchas historias nos presentan a Tánatos y el poder de su intervención. Cuando estaba a punto de llevarse el alma de la princesa Alcestis, Hércules lo enfrentó y lo derrotó. La princesa quería el sacrificio para tomar el lugar de su esposo y que este siguiera viviendo (el famoso Admeto). Al vencer el semidiós Tánatos no pudo llevarse a la princesa, la que debería esperar que su muerte llegara de un modo natural.

Asimismo, hay otra historia que lo vincula con el impertinente Sísifo, quien era astuto e inteligente; pero también ambicioso, traidor y mentiroso. Los dioses del Olimpo al ver que quebrantaba tantas leyes lo envían con Tánatos para ser escoltado hacia el inframundo. Sin embargo, la divinidad se deja persuadir por el ser humano, quien logra sonsacarle los secretos de su función. Finalmente la astucia de Sísifo es mayor, encerrando al mismo dios de la muerte en el inframundo. Ares tuvo que rescatar a Tánatos porque en la tierra no moría ninguna persona sin su intervención.

Otra historia nos relata un encargo de Zeus hacia los dos hermanos, que eran famosos por la velocidad de sus actos. Tenían que transportar el cuerpo del hijo del rey olímpico, Sarpedón, hasta Licia. Ahí podría recibir de sus familiares la sepultura que merecía, ya que había muerto en la guerra de Troya. Apolo, por su parte, purificó la sangre de Sarpedón en el río, untó su cuerpo con ambrosía, lo vistieron como inmortal y fue llevado rápidamente a su tierra, mandato llevado adelante por el mismo Tánatos e Hipnos.

Tánatos y el psicoanálisis

El psicoanálisis utilizó a Tánatos como representación pulsional, por lo menos desde la época de Freud, quien podría considerarse padre de la idea (posiblemente tomada del filósofo Empédocles). Tánatos era la representación de la pulsión de muerte, que se opone a Eros, expresión de la pulsión de vida.

Simplificando un poco, la pulsión tanática se expresa en el deseo de abandonar la lucha de la vida y volver a la tumba: una suerte de llevar la existencia a la nada misma, a un grado en donde no haya ningún desequilibrio.