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Dioses Toltecas

Los Toltecas fueron unos de los grandes pueblos mesoamericanos, desarrollado en el período posclásico y que esgrimía como lengua oficial el náhuatl. Esta misma civilización creó toda una mitología, con una buena cantidad de dioses. A continuación, en sintonía, presentamos los principales dioses Toltecas: información e imágenes.

Principales dioses Toltecas

Si bien podían aparecer en ocasiones dioses lo suficientemente abstractos y con voluntad unitaria (Hunab Ku maya es un buen ejemplo), por lo general las civilizaciones mesoamericanas eran politeístas. Sus divinidades solían representar fuerzas de la naturaleza y actividades del ser humano en los mayores casos.

Quetzalcóatl

Quetzalcóatl es conocido como el dios de la vida, una de las tres divinidades toltecas más importantes. Sin embargo, el concepto de vida aquí no es tan simple: representa el origen, pero también su finalidad. Su nombre quiere decir literalmente «serpiente emplumada».

Esta figura divina es protagonista desde los orígenes de la creación y según algunas leyendas fue el autor del quinto sol, justamente el que hoy habita la humanidad. Un dato curioso de este numen es que para muchos llegó a hacerse hombre, para compartir con la humanidad conocimientos y artes propios de los dioses.

¿El motivo para hacerse hombre? Si bien en los tiempos pretéritos dioses y humanos vivían en una armonía (casi como una mítica edad de oro), Quetzalcóatl tuvo que enseñarles cómo realizar de manera correcta los sacrificios. Fue amado por su pueblo; era un guía.

Tezcatlipoca

Tezcatlipoca es otra de las divinidades importantes del panteón tolteca, hermano gemelo y antagónico de Quetzalcóatl (considerado la versión blanca). Al igual que su hermano participó en la creación de la humanidad, pero también estaba vinculado con la muerte.

Tezcatlipoca es considerado el señor del cielo y la tierra, con un carácter poderoso, omnipresente, rey de las batallas, fuerte e invisible, además del lado oscuro del poderío que puede tener una deidad. Su nombre quiere decir espejo negro o espejo humeante.

Tezcatlipoca recibía un gran respeto, pero también desarrollaba temores. Los relatos nos cuentan a un dios que podía conocer los pensamientos de las personas y sus deseos, para dejar salir de ellos una parte oscura y fría. Justamente el espejo que mencionamos le permitía conocer las acciones de los seres humanos.

Juzgaba a la humanidad por sus acciones, ocasionaba su muerte, era tramposo y cambiaba de forma según su deleite. Incluso, desde el punto de vista negativo, algunos cristianos lo relacionaban con un demonio o Lucifer.

Tláloc

Tláloc era conocido en el mundo tolteca como el dios del rayo o de la lluvia, una deidad muy positiva ya que era benefactor, dador de vida y de sustento. Sin embargo, podía percibirse una faz vengativa cuando decidía enviar sus rayos, granizos y truenos.

El pueblo tolteca era eminentemente agricultor, desarrollando sistemas de riego de suma complejidad para la época. De ahí se puede deducir la importancia de avenirse o contar con el consentimiento de Tláloc, ya que era quien enviaba la lluvia y de algún modo también personificaba al agua. Con su apoyo las cosechas podían ser excelentes.

Su poder también estaba asociado con las aguas que brotaban de cuevas, arroyos y montañas. Algunos relatos mencionan que habitaba en una montaña, a la cual iban las personas para rendirle culto. Tláloc enviaba lluvias, evitaba granizos, eliminaba tempestades y suprimía sequias desde su óptica positiva.

Centéolt

Centéolt era una deidad dual, ya que poseía tanto el sexo masculino como el femenino. Se lo asocia a diversos sustentos, sobre todo el maíz, un alimento sumamente importante para estas civilizaciones mesoamericanas posclásicas.

Relatos mitológicos nos dicen que este dios se oculta en el interior de la tierra y posee una fisonomía muy particular: cabello de algodón, nariz de chía, dedos de camotes, uñas que eran un maíz alargado y ojos de diversas semillas. Asimismo, otros cultivos emergieron de su cuerpo.

Gracias a toda la riqueza que entregó al mundo era muy amado por los seres humanos, de ahí que otra forma de llamarlo sea «Tlazohpilli», el cual se refiere a divinidad amada.

Itzlacoliuhque

Itzlacoliuhque en la mitología tolteca representaba a una divinidad oscura, anexada a los sacrificios y los desastres. Era la deidad de la obsidiana (los cuchillos de obsidiana servían para realizar los sacrificios), el hielo, el castigo y la miseria humana.

Esta divinidad, en ciertos relatos mitológicos, en sus inicios representaba a la madrugada y al lucero que es el planeta Venus. En un altercado con Tonatiuh, el sol, le envía un ataque con una flecha, la cual es devuelta. Este suceso culmina con Itzlacoliuhque atravesado en su cabeza,  convirtiéndose en el dios del frío y la obsidiana (antes era una divinidad alegre y risueña).

Este dios era considerado símbolo del castigo y la justicia, representando con un garrote y una piedra. La piedra era el castigo para los adúlteros hasta la muerte, el garrote fustigaba a los borrachos y una venda que usaba daba cuenta que del castigo nadie se podía escapar.

Mixcoátl

Mixcoátl era considerado el dios de las tempestades, la cacería y la guerra. De hecho, también se pensaba que una representación de esta divinidad era la Vía Láctea. Se le sacrifican animales como culebras, aves y conejos.

Algunos especialistas recalcan la idea de que a este dios se encomendaban los guerreros para la caza, obteniendo el valor deseado en semejante empresa. Asimismo, muchos lo consideraban un dios extranjero, propiamente de los otomíes.

Xipe tótec

Xipe tótec era el dios desollado, también parte del mundo tolteca (aunque también podía ser eventualmente uno forastero, proveniente de otra civilización).

Si bien es una divinidad que se la vinculaba con los trabajadores de oro, un dato curioso es que los ritos y sacrificios en su honor eran lo bastante cruentos. Es decir, una suerte de ser supremo algo atroz. De hecho, su adjetivo de «desollado» refiere a que los sacerdotes oficiantes de su culto debían utilizan la piel de su víctima (vestirse con ella), para que de esa forma los rituales surtieran efecto y dieran la prosperidad deseada.

Si bien daba garantías en el trabajo de los orfebres, también se lo necesitaba para el éxito en la agricultura y en las enfermedades. Era una divinidad que invitaba al desprendimiento material  y la libertad de espíritu, a tal punto que ciertas historias lo emplazan a él mismo desollándose y arrancándose los ojos para lograr que el maíz germinara.

Xochiquétzal

Xochiquétzal era la diosa de la belleza y el amor. También era asociada en el mundo tolteca a las flores, patrona de los jóvenes y de los partos, por lo tanto se le atribuían poderes respecto a la fertilidad de la naturaleza. Las flores de cempasúchil eran consagradas a ella.

Es una diosa transcultural, ya que aparece en muchas civilizaciones mesoamericanas. Denominada flor preciosa, ya que estaba rodeada de muchos elementos estéticos: un cuerpo femenino adornado con un tocado de quetzal en la cabeza, gracia y alegría.

Era una divinidad multifacética porque representaba tanto la tentación al encanto femenino como el encuentro amoroso entre jóvenes, protectora de tejedoras, artistas y prostitutas, además de abogada de embarazadas. Podía ser figurada como anciana y también como joven.