Sean que creyeran auténticamente en muchos dioses o que muchos fueran figuraciones de uno único (tesis de algunos estudiosos), muchos pueblos de la humanidad alabaron a una gran cantidad de divinidades. Y seguramente por la variedad como el pueblo romano no haya. A continuación, en sintonía, presentamos todo sobre el dios Jano: quién era, mitos y culto.
Quien era el dios Jano
Jano es un dios curioso, porque en la mitología romana era la divinidad de las puertas, los comienzos y los finales. Por tal motivo le era consagrado el primer mes del año (enero) y se lo invocaba públicamente el primer día de enero, del que derivó su nombre.
Jano es el «bifronte», lo cual explica su presentación: era representado con dos caras, mirando hacia ambos lados de sus perfil y, otro hecho llamativo, no tenía equivalente en la mitología griega, lo cual habla de la gran cantidad de inventiva del pueblo romano. Existía una colina, denominada Janículo, que le debía su nombre al mismísimo dios.
Era un dios de la doble funcionalidad, del entrar y salir, haciendo de los lugares y sus puertas un hecho de importancia como cambio, devenir, el comienzo y el final. era el dios que estaba en el «medio». Si se hablaba de Jano Patulsio, era para invocar la cara de la divinidad que se ubicaba delante de la puerta por quien deseaba atravesarla; como complemento, la cara que se opone, del otro lado de la puerta, era llamada como Jano Clusivio.
Sin embargo, no hay que ver en Jano solo una divinidad de los umbrales para entrar y salir de cualquier sitio, sino que al igual que el Prometeo griego era un auténtico héroe cultural. Se le atribuye la invención del dinero, la navegación y la agricultura.
Mitología alrededor del dios Jano
Como sucede con tantos otros dioses romanos, el origen de Jano es algo oscuro. Puede que haya sido una divinidad originaria del Lacio o bien importado en tiempos anteriores a la fundación de la ciudad. De todos modos, el mito sitúa el inicio de su culto en tiempos de Numa Pompilio, rey legendario de un pequeño asentamiento itálico (eso era Roma en sus inicios).
Sin embargo, también existen relatos de la misma vida de Jano. Algunos consideran que fue un mortal luego divinizado, que había residido en Tesalia. Había viajado al Lacio y fue recibido por un rey, un tal Cameses, a cuya muerte lo reemplazó el mismo Jano.
Se dice que en su reinado recibió al mismo Saturno, que había sido expulsado ya por su hijo Júpiter. El primero, a modo de agradecimiento, le dio el don de conocer el pasado y el futuro. Su reinado, como una divinidad, constituyó una época de paz y progresos, introduciendo el dinero, los barcos, el cultivo, creando ciudades y leyes.
Con la ninfa Juturna tuvo como hijo a Fons o Fontus, dios de las fuentes, cascadas y pozos.
Culto al dios Jano
Quizás lo variado de una divinidad como era Jano hacía que múltiples ritos se crearan a su alrededor. Una historia interesante nos recalca que cuando los sabinos intentaron tomar el Capitolio, Jano hizo brotar aguar hirvientes para repeler al invasor. Por eso se lo invocaba al iniciar las guerras y mientras duraran estas las puertas del templo en su honor permanecerían abiertas: se cerraban en tiempos de paz.
Los ritos que solemnizaban el inicio del año, el inicio del mes; pero también el fin y el comienzo de la temporada militar (era una divinidad asociada a la guerra). También podemos mencionar al Jano Quirino asociado a los aniversarios y dedicaciones a Marte el 1 de junio y a Quirino el 29 de junio. Aquí es importante decir que Quirino podía ser tanto una divinidad estatal romana como un epíteto del mismo Jano.
Asimismo, cualquier rito o acto religioso requería primero la invocación de Jano; pero no tenía flamen. Es importante recordar que Jano era una divinidad asociada a los umbrales y puertas; pero como pasaje, cambio, devenir, lo cual tenía un componente invisible y sagrado (no era una simple manía de los romanos a crear divinidades).