Significado de mandala
Los mandalas son yantras circulares que sirven para la meditación tanto en el proceso de su creación como una vez ya realizados. En sánscrito, yantra quiere decir dispositivo o artificio, mientras que mandala cuenta con un significado de círculo o rueda.
Significado de los colores del mandala
El mandala, en tanto dispositivo, cuenta con muchos colores. Los mismos, aunque pueden ser escogidos de manera azarosa o por una predilección estética, contienen determinados significados. A continuación aclaramos los principales.
- Negro: El negro, en los mandalas, no escapa a la significación universal que por lo general lo asocia a ideas negativas. Aquí es misterio y lo profundo, pero también ignorancia, muerte y tristeza.
- Blanco: Es el color de la purificación el blanco, tanto como el de la iluminación. Muy vinculado siempre con la idea, asimismo, de la perfección.
- Verde: Vinculado con la esperanza, el nacimiento, la fertilidad, el crecimiento, la naturaleza; aunque también, algo que rompe con las ideas interconectadas anteriores, la felicidad.
- Azul: Paz, serenidad, alegría y satisfacción. Esas son las ideas que refleja el azul.
- Gris: El gris, curiosamente para Occidente, no tiene vinculación con ideas que podrían catalogarse de negativas. Por eso nos habla de la sabiduría, la neutralidad, la renovación; pero también la calma o la espera.
- Rojo: Energía vital pura, sensualidad y pasión.
- Naranja: Desde energía, dinamismo, hasta ternura, valor y ambición.
- Amarillo: Simpatía y luz.
- Rosa: Altruismo, dulzura y paciencia.
- Morado: Contemplación, amor al prójimo, idealismo y sabiduría.
- Violencia: Transformación, magia, espiritualidad e inspiración.
- Plateado: Capacidades psíquicas y emociones que varían.
- Dorado: Sabiduría, lucidez y realeza.
- Marrón: Un color que da cuenta de la estabilidad y la firmeza, posiblemente vinculado con el elemento de la tierra.
Los mandalas en la psicología
Los mandalas, aunque son parte de un arte y una ciencia orientales, no han dejado de sorprender a todo occidente. Para cierta psicología, de raigambre jungiana, un mandala funge como expresión psicológica de la totalidad del yo. Lo que descubrió este psiquiatra suizo (Carl Gustav Jung) es que conforme realizaba círculos, de diversas maneras y formas, día tras día, había una correspondencia, de algún modo, entre lo que pasaba en su interior y lo que terminaba graficando en esa suerte de criptograma.
Y esto no es una locura, ya que desde siempre el ser humano a tendido a la circularidad, la ha admirado, más allá de sus variantes, la ha asociado a la idea de perfección como a una suerte de totalidad. De hecho, según cierta psicología de la niñez, los pequeños prefieren la circularidad de los objetos que los rodean, es decir, las líneas curvas, antes que las rectas. Y si están en los ciertos, se podía decir que la estabilidad del yo que emerge en el niño tiene una relación absoluta con lo circular, que tan bien ejemplifica un mandala.
Los mandalas como terapia
Los mandalas también están anexionados, no solo a una psicología (o muchas), sino toda una terapéutica. Un mandala tiene un doble aspecto en este punto: por un lado la invitación a hacerlos, a construirlos, por decirlo de algún modo, produce efectos relajantes, en los que la persona por un buen momento puede hacer a un lado pensamientos mundanos y, a veces, apremiantes, para simplemente abocarse en la circularidad del dibujo, desde un punto también lúdico-creativo. Eso se genera más allá de si añadimos color o no a nuestro diseño. Por otro lado, el mandala en sí mismo puede ser objeto de meditación, relajación, tranquilidad interna y una vez realizado, canalizador de buenas energías, dependiendo del sitio en donde lo emplacemos en el hogar (no es Feng Shui, aclaramos).
Los mandalas en la naturaleza
Los mandalas son una representación, para oriente, de la naturaleza. Aunque el sentido de representación no tiene que ver con una correspondencia, con un volver a presentar, sino con un símbolo muy preciso, un disco de energía con diversas figuras y coloraciones, que da cuenta del vínculo entre la persona y el universo que lo rodea. Somos parte del Ser y el Ser es parte de nosotros, somos una individualidad dentro de la multiplicidad y la multiplicidad es dentro e nuestra individualidad. Se percibe, desde esta sabiduría, que el sujeto nunca puede entenderse como un ente externo, separado; sino, todo lo contrario, conectado de manera absoluta (no relativa) a la totalidad del ser.
No es un hecho menor que un mandala tenga, más allá de las diferencias que puedan presentar, una forma circular. El círculo no solo siempre fue una idea asociada a la perfección, sino a la totalidad. Y si bien hoy no podemos con la ciencia pensar en un universo circular, esa idea no se rechaza desde la espiritualidad, porque observamos la circularidad en la naturaleza y porque da cuenta de ideas de estabilidad y equilibrio.
Los mandalas en la espiritualidad
Si anunciamos que los mandalas son círculos que representan lo divino, la eternidad, el universo, la unidad y el todo, presente en todo lo que nos rodea, es claro que la espiritualidad es propia de tales objetos. Se piensa que en cierran un significado espiritual y que conmueven, naturalmente, al alma de la persona. Para esta sabiduría oriental, el individuo no queda extraño a dicha figura circular, sino absorto y lo modificaba aquella de tal manera que podía adquirir cualidades de compasión, generosidad o sapiencia.
Se puede pensar, por ejemplo, en los mandalas de arena, construidos con tanta paciencia y, sin embargo, construidos con una finalidad en donde la purificación del ambiente y de los seres es su gran cometido. Como se ve, estos artefactos y la espiritualidad están engarzados.
En el taoísmo
El taoismo, como sabiduría, quiere decir camino o método; aunque también está relacionado con lo que es y lo que no es. Entre la presencia y la ausencia, la vida y la muerte, el principio y el fin, el sanar y el enfermar. Estas dualidades, si se observa, conforman el todo y, naturalmente, están ligadas con los mandalas y las formas de circularidad.
En el budismo
Para el budismo también el mundo de los mandalas es importante, ya que son considerados como artefactos de meditación. Sin embargo, no solo es importante el hecho o el resultado, sino también el camino, el proceso de creación. En el hacer el mandala, en su devenir, eclosiona la unión entre la persona y el universo, y se muestran, en camino, las vivencias de la persona.
Formas del mandala y sus significados
Los mandalas son eminentemente circulares, sin embargo, están confeccionados, si se quieren por diversos objetos o simbolismos que contienen varias formas, con sus significados respectivos. Aquí desentrañamos algunas:
- Círculo: Lejanía y seguridad, el yo en tanto absoluto y lo absoluto en tanto universo total. Asimismo, perfección.
- Cuadrado: Esta forma geométrica está ligada con las ideas de equilibrio y estabilidad.
- Triángulo: Relacionado con el agua, la transformación y la vitalidad.
- Espiral: La espiralidad da cuenta de energías curativas.
- Cruz: Decisiones y puntos cardinales.
- Corazón: La unión, el amor y la felicidad.
- Estrella: Espiritualidad y libertad.
- Pentágono: Representa la tierra, el agua y el fuego, así como el cuerpo humano.
- Hexágono: Equilibrio y unión de contrarios.
- Mariposa: Esta forma está relacionado con la muerte y renovación, con el perpetuo transformar.
- Laberinto: Confusión, pero también búsqueda de uno mismo más allá de esos vaivenes.
El mandala en los Tatuajes
El mundo de los mandalas también llegó a los tatuajes, tanto para hombres como para mujeres. Naturalmente, su simbolismo no escapa a lo que hemos dicho más arriba: las ideas que se asocian a estos diseños en tinta son el equilibrio, la calma, la estabilidad, la tranquilidad, la perfección; además de que se consideran que transmiten estas formas energías positivas.