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Diosa Venus

Afrodita es, en la mitología griega, la diosa de la belleza, la sensualidad y el amor. Su equivalente romano es Venus.

Venus tiene el poder de proyectar imágenes o ilusiones de sí misma y controlar las emociones de los demás, así como la capacidad de volar a altas velocidades, protegerse de la vista mortal y cambiar su forma física a otros seres.

 Diosa Venus

Venus, en Roma, era la diosa del amor, y la helenización de las clases altas romanas acabó equiparándola a la Afrodita griega. Como deidad del amor, Venus podía ser también colérica, iracunda, vengativa y cruel. El amor de Venus es fuego, y este puede encontrarse perfectamente en el planeta homónimo.

El nacimiento de Venus es muy especial, porque nació de la espuma del mar. Cuando nació, los vientos la empujaron sobre una concha hasta que llegó a la isla de Cítara. Esa isla aún existe hoy en día: es la isla de Chipre. Venus tuvo varios amores y fue madre de un personaje muy importante para la historia de Roma: Eneas, el padre del pueblo romano.

Afrodita no tuvo infancia: en todas las imágenes y referencias nació adulta, núbil e infinitamente deseable. En muchos de los mitos menores tardíos en los que participa se la presenta vanidosa, caprichosa, malhumorada y susceptible.

Aunque casada en el panteón griego, le es infiel a su marido, algo común en el Olimpo. Hefesto es una de las deidades helénicas más ecuánimes; en el relato recogido en la Odisea Afrodita parece preferir a Ares, el voluble dios de la guerra.

Es uno de los pocos personajes que desempeñó un papel importante en la causa original de la propia guerra de Troya: no solo ofreció a Helena de Esparta a Paris, sino que el rapto se llevó a cabo cuando este, al ver a Helena por primera vez, se vio abrumado por el deseo de poseerla, lo que corresponde a la esfera de Afrodita.

En el calendario romano, abril era el mes dedicado a la diosa Venus. Durante todo el mes se rendía culto a la diosa y a otras divinidades, celebrando de esta forma la llegada de la primavera.

También se la conocía como diosa del Amor, la Belleza y la Fertilidad, los dones fundamentales para la soñada femineidad, que inspiró a tantos pinceles y cinceles de los mejores artistas de todos los tiempos.

En su origen debió ser una Diosa Madre Mediterránea, relacionada con las diosas de Mesopotamia y Anatolia, de donde pasarían a Chipre y de ahí al resto de Grecia.

En cuanto a la etimología, la más aceptada induce a pensar en “nacida de la espuma”, según el mito de su nacimiento, como ya anticipado, hija de Urano, dios del cielo.

Siendo diosa del Amor se le atribuyen numerosos amantes y esposos, con quienes tendrá varios hijos: su esposo “oficial” era Hefesto, dios de la Herrería; también se emparejará con Ares con el que engendrará a Eros el Joven, a Harmonía y también a Phobos y Deimos.

Con el dios Hermes tendrá a Hermafrodito, dios andrógino, con características sexuales de hombre y mujer. También se la relaciona con mortales, como Anquises, del que parirá a Eneas.

 Afrodita y la guerra de Troya

En el casamiento de Peleo y Tetis, Eris lanzó una manzana con la inscripción “para la más bella”, que se disputaron Atenea, Hera y Afrodita, siendo juez Paris, quien se la otorgó a Afrodita, lo que que posteriormente sería la causa de la guerra de Troya.

Su esposo era Hefesto, deforme y cojo, al que ella engañaba con Ares (Dios de la Guerra), teniendo con éste a Deimos (el Terror), Fobos (el Miedo) y Armonía.

Unida a Hermes tuvo a Hermafrodito, con Dionisos a Príapo, teniendo también varios hijos con mortales como por ejemplo Eneas, hijo de la Diosa y de Anquises.

 Culto

El epíteto Afrodita Acidalia fue ocasionalmente añadido a su nombre, por la fuente que usaba para bañarse, situada en Beocia.

​ También era llamada Cipris o Cipria y Citerea  por sus presuntos lugares de nacimiento en Chipre y Citera, respectivamente. La isla de Citera era un importante centro de su culto. Estaba asociada con Hesperia y era frecuentemente acompañada por las Cárites, las diosas de las festividades.

Afrodita tenía sus propios festivales, las Afrodisias, que se celebraban por toda Grecia, pero particularmente en Atenas y en Corinto. En el templo de Afrodita ubicado en la cima del Acrocorinto las relaciones sexuales con sus sacerdotisas eran consideradas un método de adoración a la diosa.

Este templo no fue reconstruido cuando la ciudad se refundó bajo dominio romano en 44 a. C., pero es probable que los rituales de fertilidad perdurasen en la ciudad, cerca del ágora.

Afrodita estaba asociada con el mar, y con frecuencia era representada con él y con los delfines, las palomas, los cisnes, las almejas, las veneras, las perlas, y árboles como el granado, el manzano, el mirto y las rosas.

Culto en la actualidad

Afrodita es una de las deidades adoradas en el actual culto dodecateista. Las ofrendas comunes que se le ofrecen a la diosa son granadas, manzanas y limas.

Uno de los rituales modernos más sencillos y que forman parte de una tradición popular, consiste en nadar en torno a la roca Petra Toy Romiou en Chipre entre Limasol y Pafos, lugar donde Afrodita nació.

Este ritual le aseguraría a la persona que lo realiza una eterna belleza o al menos ser afortunado en el amor.

Prostitución ritual

Un aspecto universal del culto de Afrodita y sus predecesoras que muchos mitógrafos de los siglos XIX y XX han omitido​ es la práctica de la prostitución religiosa en sus santuarios y templos.

El eufemismo griego para estas prostitutas es «sierva sagrada». Esta costumbre fue una práctica inherente a los rituales dedicados a las antecesoras de Oriente Medio de Afrodita, la sumeria Inanna y la acadia Ishtar, cuyas meretrices de los templos eran «mujeres de Ishtar»​

Esta práctica ha sido documentada en Babilonia, Siria y Palestina, en ciudades fenicias y en la colonia tiria de Cartago, y para la Afrodita helénica en Chipre, el centro de su culto, Citera, Corinto y Sicilia.

Afrodita es en todas partes la patrona de las heteras y cortesanas. En Jonia, en la costa de Asia Menor, las hieródulas servían en el templo de Artemisa.

 Afrodita Urania y Afrodita Pandemos

A finales del siglo v a. C., los filósofos habrían separado Afrodita en dos diosas diferentes, pero indistintas en el culto: Afrodita Urania, nacida de la espuma después de que Crono castrase a Urano, y Afrodita Pandemos, la Afrodita común «de todo el pueblo», nacida de Zeus y Dione.

Entre los neoplatónicos y finalmente sus intérpretes cristianos, Afrodita Urania figura como la Afrodita celestial, representando el amor del cuerpo y el alma, mientras Afrodita Pandemos estaba asociada con el mero amor físico.

La representación de Afrodita Urania, con un pie descansando sobre una tortuga, fue interpretada más tarde como emblemática de la discreción del amor conyugal; la imagen se atribuye a Fidias, en una escultura criselefantina hecha para Elis, de la que solo tenemos un comentario pasajero de Pausanias.

Por esto, según Platón, Afrodita es dos diosas: una vieja y la otra joven. La mayor, Urania, es la hija de Urano; la menor se llama Pandemos, y es la hija de Zeus y Dione.

Pandemos es la Afrodita común. El discurso de Pausanias distingue dos manifestaciones de Afrodita, representadas por dos historias: Afrodita Urania «celestial» y Afrodita Pandemos «común».