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Zeus

Zeus es el padre o rey de los dioses, divinidad que representa el cielo, el trueno y la energía, además de ser posiblemente el más poderoso y conocido por todos. A continuación, como en ningún otro sitio, presentamos información y datos interesantes de Zeus olímpico.

¿Quién es Zeus?

En la mitología griega Zeus es el padre y el rey de los dioses, la cabeza de los olímpicos, representante del cielo, el trueno y la energía. Todas las esculturas lo expresan parado con un rayo en la mano derecha o sentado majestuosamente. Zeus es el poder en su máxima expresión, el pináculo de una familia de divinidades que lo tratan  como padre, aunque no siempre lo sea de hecho.

Entre los atributos de Zeus se encuentran el cetro (que puede dar cuenta de una cercanía con motivos de oriente próximo), la corona, el rayo, el roble, el toro y el águila. Zeus, como todas las divinidades del politeísmo griego, se inmiscuye constantemente en la realidad humana, sobre todo en el caso de raptos de mujeres y aventuras amorosas de las más variadas. De ahí que se pueda decir, en conjunto con una diversidad de textos antiguos, que la descendencia de Zeus es prolífica.

Zeus representa una nueva generación de divinidades, las olímpicas. A diferencia de la mitología nórdica, por ejemplo, donde conviven dos tipos de divinidades (æsir y vanir), el politeísmo griego goza de generaciones que reemplazan absolutamente a las anteriores, porque de hecho se las vence políticamente hablando. Son guerras entre númenes, en donde los nuevos siempre vencen a los vetustos. Entonces si Cronos se levantó contra Urano, Zeus hizo lo mismo ante la voluntad tiránica de Cronos, su padre.

Zeus etimológicamente, según muchos estudiosos, proviene de Dieus, que sería una proto deidad indoeuropea, muy antigua, representante del cielo. Aquí emergen palabras que dan cuenta de su realidad: padre y brillo, lo cual demuestra por qué el latín romano lo asoció con el planeta Júpiter, el principal astro del sistema solar.

Zeus en la mitología

La mitología griega, sistematizada lo bastante por Hesíodo, nos enseña que Cronos, hijo de Urano y Gea, fue padre con Rea y tuvo varios hijos. Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón fueron tragados, sin embargo, tan pronto como nacieron, ya que al mismo Cronos sus padres le habían anunciado que sería derrocado por su propio retoño, una rebeldía que él mismo había demostrado en el pasado. Sin embargo, justo en el momento de nacimiento de Zeus, Rea la madre, por consejo de Gea, salvó al niño. Era una forma de castigar a Cronos por su atropello contra sus hijos y el abuelo de Zeus, Urano, una deidad primordial.

Entonces Rea se escondió en la isla de Creta, donde dio a luz al mismo Zeus. Luego engañó a Cronos, dándole una piedra envuelta el pañales que este último no dudó en tragar. El tiempo que sigue es el del crecimiento de Zeus (sí, aquí las deidades son antropomórficas), que según algunas fuentes fue criado por Amaltea, una ninfa o cabra, mientras que los Curetes realizaban bailes ruidosos con escudos y lanzas para evitar que el padre escuchara el llorar del pequeño. Otras nodrizas en aquel tiempo que se mencionan son la titánide Temis, las ninfas Cinosura, Adrastea, Ida y hasta la hija del rey de Creta Meliseo, una tal Melisa.

Una vez adulto, Zeus obligó a Cronos a regurgitar toda la descendencia. En sí primero expelió la piedra (luego sería el ónfalo del oráculo de Delfos), pero luego fueron sus hijos en un orden inverso a como los había tragado. Aquí hay dos versiones: Metis le dio a Cronos un emético para que vomitara los bebés o simplemente Zeus le abrió el estómago a su padre.

Pero la historia no termina: Zeus también liberó a los hermanos de Cronos, los Hecatónquiros y los Cíclopes de la prisión del Tártaro, matando a su guardiana Campe, una suerte de monstruo femenino. Como regalo, los Cíclopes le dieron al futuro padre de los dioses el rayo, que había sido escondido por Gea. Estas nuevas alianzas dieron lugar a la Titanomaquia, donde Zeus y sus hermanos, además de las figuras ya mencionadas, derrotaron a Cronos y otros titanes. Estos fueron encerrados en el Tártaro (una divinidad primordial para Hesíodo), un lugar frío, neblinoso y lóbrego, en lo más profundo de la tierra y custodiado por los Hecatónquiros.

Luego de la gran batalla, le siguió el reparto del mundo. Zeus lo hizo con sus hermanos varones mayores: echado a suerte el primero consiguió el cielo y el aire, Poseidón las aguas y Hades el mundo de los muertos o inframundo ¿Y la tierra? No fue reclamada en particular, por lo que las tres divinidades podían desarrollar cierta participación. Ese es el motivo por el que Zeus castiga con sus rayos, Poseidón lleva adelante terremotos y Hades pide por nuevos muertos.

El no reclamo de la tierra también se puede deber a que Gea, su personificación y abuela de Zeus, había quedado resentida por cómo había tratado aquel a su descendencia. De hecho, el rey de los dioses tuvo que luchar con otros dos hijos de Gea, los monstruos Tifón y Equidna. Derrotó al primero y lo encerró en una montaña, pero dejó con vida al segundo con sus hijos.

Papel, epítetos y cultos

Zeus tenía un papel dominante en la Grecia antigua, engendrando a muchos héroes con mujeres mortales y teniendo diversos cultos locales. Esto da a lugar a distintos epítetos, muchos vinculados a las características de la divinidad o al lugar donde se le rendía veneración. Entonces si se lo menciona Olimpio es porque se enfatizaba en su reinado, Xenio porque era el patrón de la hospitalidad y los invitados, Horquio como vigilante de los juramentos, Agoreo porque vigilaba los negocios en el ágora; Taleo porque era adorado en Creta, Casio porque fue honrado en ese monte en Siria, Labrando porque se lo enaltecía en Labraunda, Caria y así se podría seguir.

Por lo tanto, Zeus se desdoblaba en una veneración casi panhelénica, pero también en una local, con rasgos propios de la idiosincrasia del sitio. Platea, Samos, Atenas, Creta y Siracusa son solo algunos ejemplos de una divinidad muy tenida en cuenta. Posiblemente el principal lugar para rendir culto a esa deidad era Olimpia, en donde había un festival cuatrienal que celebraba los juegos olímpicos.

Zeus y las mujeres

Zeus es olímpico, pero eso no impedía que se inmiscuyera en innumerables asuntos humanos, sobre todo a modo de travesías amorosas. Entonces, si bien tuvo descendencia con Hera, diosa y hermana, también lo hizo con muchas mujeres mortales. Destacan Sémele, Alcmena, Ío, Europa, Leda y hasta ninfas, además de otras divinidades como Leto o Deméter.

Hera, bajo esas circunstancias, se demostró como una histórica celosa de los idilios de su marido, a tal punto que hacía imposible el existir a las amadas de aquel y a su descendencia. Y la furia iba más allá de las mujeres: Ganímedes era el erómeno de Zeus, un muchacho troyano que había sido enviado al Olimpo para ser el copero de los dioses y que también provocó la furia de Hera.

La descendencia de Zeus, entonces, es múltiple, ya que fueron muchas las mujeres con las que trabó algún lazo. Y esto siempre tuvo una enorme incidencia en la mitología, ya que el retoño de semejantes encuentros solía ser algún héroe, epónimo de una estirpe de reyes respetables.