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Símbolos aztecas

Una cultura produce materialmente, pero, de manera conjunta, ideológicamente, de ahí que los símbolos, signos e imágenes proliferen sin cesar. Los aztecas, como una civilización precolombina tardía no es naturalmente la excepción. A continuación presentamos los fascinantes símbolos aztecas con información.

Significado de los símbolos aztecas

No existe, aunque fue una ficción antropológica que duró mucho tiempo, una cultura como un ente homogéneo, cerrado o compartimentado. En verdad, las relaciones con otras es sumamente compleja, habiendo imbricaciones, mixturas y sincretismos son más la regla que la excepción. En ese sentido, el pueblo azteca se sirvió de ideas y simbologías que provenían de otras civilizaciones previas (y el panteón mexica, sumamente intrincado, es un claro ejemplo).

Quetzalcóatl

Es posiblemente uno de los símbolos, que representa una deidad, más importantes de la civilización azteca. Uno de los dioses del panteón azteca, conocido como serpiente emplumada, cuenta con una historia sumamente compleja ya que también, para algunos estudiosos, ha sido asociado en el pasado con una figura humana, una suerte de mandatario mítico (identificado con la ciudad de Tula) y cuyo nombre era Ce Acatl. Naturalmente, esta divinidad tiene dos componentes claros: el de la serpiente, que puede hacer alusión a lo terrestre en el ser humano; y las plumas, en referencia a elementos espirituales. Esta asociado a Venus, al conocimiento, al comercio, a las artes, al viento, porque en definitiva este numen está vinculado a otras civilizaciones, como por ejemplo los pretéritos Olmecas hasta los Mayas, con la denominación de Kukulcán. 

Xóchiquetzal

Xóchiquetzal era la diosa azteca del amor, las artes, las flores y la belleza. Asimismo, se pensaba que esta deidad brindaba protección a las madres durante el embarazo y el nacimiento de sus hijos, aunque también se la vinculaba para la fertilidad en la misma génesis del ser humano. Hay que decir que los motivos eran variados, porque también se la invocaba para obtener belleza y sensualidad, aunque también protección, una buena salida luego de un desastre, en la danza, música y canto, por no decir además una buena cosecha (un motivo de la fertilidad más amplio). Su representación es la de una joven atractiva que hacía caer, con sus encantos, a los jóvenes castos. 

Huitzilopochtli

Una enorme cantidad de civilizaciones (en esto nunca se puede ser lo suficiente exhaustivo) han convertido en una importante deidad al Sol, lo cual es naturalmente lógico, ya que al astro rey, dador de la vida, desde una cosmogonía inmanente, no se le podía no dar un papel poco importante. En esta realidad, los aztecas no son ninguna excepción con Huitzilopochtli, que representaba a su capital Tenochtitlan y que para la llegada de los conquistadores era la más adorada, más no sea por una suerte de imposición del imperialismo azteca (que sin embargo aceptaba las deidades de otros pueblos, rasgo muy característico del politeísmo). Esta divinidad era hija de la diosa de la fertilidad (Coatlicue) y el Sol viejo (Tonatiuh), representaba al sol, por lo tanto, y a la guerra. Su representación, en relación a lo último, era a veces la de un colibrí, criatura asociada a la beligerancia por su pico y su andar agresivo; en otras ocasiones también podía estar representada como una águila dorada. Por último, hay que mencionar que su culto es escaso y su ligazón con otras deidades discutida por lo menos, dando como resultado su llegada a un panteón con númenes mucho más antiguos como Quetzalcóatl o Tezcatlipoca (aunque también se lo ha colocado en el origen de los cuatro Tezcatlipoca).

Tezcatlipoca

Aquí estamos ante la presencia del dios de lo invisible, la providencia; pero también de la oscuridad. No es una deidad que se pueda reducir a los aztecas, ya que era parte de otras civilizaciones mesoamericanas. Además, hay que decir, que si nos basamos en una teogonía, en donde en el inicio había una suerte de pareja engendradora, principio masculino y femenino denominado Ometéotl, de sus cuatro retoños, el primero fue Tezcatlipoca oscuro, es decir, el que estamos mencionando en estos momentos.

Piedra del Sol

Esta es una pieza de arte, posiblemente la más conocida que la civilización azteca nos ha dejado hasta nuestros días. En ella están representadas algunos de los elementos de un calendario de 260 días llamado Tonalpohualli, con un engranaje de dos ciclos que comprenden 20 días y 13 números, efectuado con fines adivinatorios ya que podía haber jornadas favorables o absolutamente aciagas a partir de mecanismos simbólicos de deducción. En el centro se encuentra la cara de Tonatiuh, que en algunos escritos vamos a encontrarlo como padre de Huitzilopochtli o, en otros, el dios vigente, el quinto sol, que aún gobernaba los cielos en la época esplendorosa azteca. Es importante decir que muchas divinidades, y el ejemplo solar es claro, no eran inmortales, contaban con limitaciones, por lo que en ocasiones su traducción rigurosa podría ser más la de señor que deidad o Dios, en el sentido monoteísta. Y esto es importante en relación a la piedra del sol, porque alrededor de Tonatiuh hay cuatro cuadrados que representan las edades solares pasadas, que contaron con su propia divinidad que murió con la misma era.

Lo último plantea una cuestión en exceso compleja ¿Había una distinción entre divinidades más fuertes y más débiles, por decirlo de algún modo, las últimas muriendo por las fuerzas cósmicas? ¿Eran señores, por lo tanto? ¿Había alguna deidad primigenia, creadora de todo? Algunos estudiosos de estos grandes interrogantes que proporcionan los panteones mesoamericanos han llegado a atribuir hasta hipótesis monoteístas al respecto.

Coatlicue

En la mitología azteca, Coatlicue, que quiere decir la que tiene faldas de serpientes, es una diosa de la fertilidad. Su atuendo representa la vida y la muerte, además de ser la madre gestante de Huitzilopochtli. Más allá de las enorme cantidad de serpientes, que tienen un sentido terrenal (no siempre negativo, como el monoteísmo cristiano piensa), cuenta también con los pechos caídos que da cuenta de la fertilidad, corazones y un collar caído. Sin embargo, la vida no solo es representada aquí, sino también la muerte con su rostro cadavérico. Su esposo era Mixcoatl (para otros, Tanatiuh).

Mixcóatl

Esta deidad, con otros nombres en diversas zonas de mesoamérica, era la representación de la guerra, la cacería y las tempestades. Al igual que Quetzacóatl, que llegó a pensárselo como un individuo rubio y de gran sabiduría; pero humano, Mixcóatl también es asociado a una suerte de personalidad legendaria que llevó a grupos chicimecas a asentarse en Tula. También hay que afirmar que se lo considera esposo de Coatlicue y por lo tanto padre de Huitzilopochtli; aunque también un símil al Tezcatlipoca rojo o Xipetótec. ¿Por qué tantas formas o maneras? Porque como todos los politeísmos no hay sistematicidad, sino apertura, proliferación de divinidades o deidades que son tomadas por otros pueblos y por ende modificados, aunque sea en su forma de denominarlos.