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Dios Quetzalcoatl

Las múltiples historias que rodean a Quetzalcoatl lo convierten en una figura fascinante, una deidad con historias e interrogantes de todo tipo. A continuación, por lo tanto, presentamos Quetzacoatl: información, significado y leyendas. 

Significado de Quetzalcoatl

No todas las religiones o credos cuentan con una gran sistematicidad al estilo cristiano, en donde se puede formular una suerte de dogma que se protege. No, en verdad, existen una gran cantidad que son caóticos, en donde las leyendas se suponen, las deidades son múltiples y a veces cuentan hasta con existencias humanas.

Lo dicho en el anterior párrafo acaece con Quetzalcoatl, que no por algo muchos estudiosos lo han llegado a denominar como un conjunto simbólico, por ser deidad, sacerdote, artesano, fundador, civilizador y hasta relacionado con el lucero matutino y vespertino (el gemelo precioso). Más allá de eso, su significado es bastante sencillo de traducir: quetzal refiere a pluma y coatl a serpiente, de ahí que la conjunción dé lugar a la representación de una serpiente emplumada.

El Dios Quetzalcóatl

Quetzacoatl es una de las deidades más importantes de la cultura mesoamericana, para algunos incluso el dios más importante por lo menos del panteón mexica. Más allá de sus divergencias, es una figura que atraviesa las civilizaciones olmeca, tolteca, a los propios pipiles, a los mayas en forma de Kukulkán y, naturalmente, a los mismos aztecas, sin dejar de lado a la intrigante civilización teotihuacana.

Todo esto da como resultado una gran cantidad de atributos y rasgos, que incluso difieren entre culturas: por ejemplo, para los toltecas Quetzalcoatl contaba con un doble de rasgos negativos, Tezcatlipoca, hermano y rival, que literalmente quiere decir «espejo negro que humea» y que cumplía la función de destrucción, mientras que el primero hacía lo propio con la creación, en un universo de naturaleza dual; por otro lado, en la cosmogonía Nahuatl,Quetzalcoatl es uno de los cuatro hijos de los dioses primordiales y cuenta con las propiedades o simboliza la vida, la luz, la sabiduría, la fertilidad y el conocimiento, además de ser el patrón del viento y del día, el regidor del Oeste. Aunque, semejante caracterización, no impidió que de numen poderoso pasara a ser un príncipe histórico, que con doctrinas y medidas sabias hizo florecer a la ciudad de Tula durante un buen tiempo. Asimismo, también contó con su faceta como deidad solar.

Quetzalcóatl en la cultura maya

Era sumamente común que las deidades no solo representaran principios abstractos; pasiones, sentimientos y prácticas humanas (pensemos la guerra como dios), sino también sucesos o eventos, diversos, de la naturaleza. En ese sentido, no era asombroso (lo que sería imposible para un monoteísta cristiano o judío) que las deidades murieran (en el caso mesoamericano, sobre todo mexica, ocurría con el sol), sino también que existieran distintos nombres para rasgos similares, simplemente variando la región o civilización.

En relación a lo último, Quetzalcoatl, cuya denominación textual está más vinculada a olmecas pretéritos, toltecas y aztecas, contaba, sin embargo, con una versión maya, con sus matices, que se denominaba Kukulkán. Literalmente, en idioma maya, semejante palabra se puede traducir como serpiente emplumada. Está ligada con el viento, el agua y también con la creación. Tampoco hay que dejar de lado que se lo ha anexado a un individuo de carne y hueso de historia enigmática y no tanto, como en el caso azteca, como el Dios-sol, sino en tanto atmosférico (eso se puede deber a la diferencia climática de los sitios). Asimismo,  es claro que es una deidad que supera en antigüedad a los mayas de la península de Yucatán y a los mismos Itzáes, que fueron los fundadores de Chichen Itzá. Por lo tanto, se puede decir, con gran reserva, que el culto en tanto deidad de la serpiente emplumada fue algo casi omnipresente en mesoamérica durante un buen tiempo.

Historia del sabio Quetzalcóatl

De alguna manera ya se anunció más arriba: Quetzalcoatl es una deidad tan compleja, atravesada de tal forma por tantos relatos y civilizaciones, un auténtico complejo simbólico, que también se vio asociado con una persona de carne y hueso.

Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, fue ese su nombre y era un auténtico sabio, que a grandes rasgos vivió entre el siglo IX y X D.C. En algunos relatos es un excelente rey filósofo de Tula, una persona que supo llevar adelante un gobierno de paz, ciencia, arte y que, incluso, llegó a suprimir los sacrificios humanos, siendo reemplazado por la liberación de mariposas y aves en lo alto de los templos. También se le otorga, en las distintas historias, rasgos de un eximio sacerdote, lo cual es absolutamente lógico porque hay innumerables casos de distintas civilizaciones en donde la política se mezclaba con la religión y en donde la máxima figura sacerdotal era además el más poderoso de todos, es decir, el gobernante.

Sin embargo, Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl en un momento de su vida cayó en la desgracia: su castidad fue mancillada a partir de un engaño. Algunos dicen por el mismo dios Tezcatlipoca, quien lo llevó a embriagarse con pulque diciéndole que era medicina; otros estudiosos afirman que fueron los seguidores de esta deidad, que no veían su vida y sus medidas con buenos ojos, quienes hicieron que terminara beodo y faltara a su celibato.

Sea como sea, esta enigmática figura, emparentada con Quetzalcoatl (tanto como su versión histórica o como un sacerdote representante del mismo) se vio exiliada, posiblemente muriendo en el destierro, llegándose a hablar de una autoincineración, aunque también quedó abierta siempre la posibilidad de su regreso luego de haberse convertido en el lucero de la mañana, es decir, el planeta Venus.

La figura de la Serpiente emplumada

La serpiente emplumada, conocida en algunas partes como Quetzalcóatl, pero también como Kukulkán y Gucumatz, ambos de raigambre maya, es una deidad bastante presente en muchas civilizaciones mesoamericanas ¿Pero qué significa una serpiente emplumada? En verdad, da cuenta de una naturaleza doble o dual: por una parte la serpiente serpentea, valga la redundancia, lo cual da cuenta de un principio terrestre e incluso, llevando las cosas un poco más lejos, material; en cambio, las plumas son el cielo, por ende, denotan una naturaleza espiritual o elevada.