Saltar al contenido

Número 1

El ser humano es un animal creador de símbolos y en verdad semejante tarea, titánica, la ha hecho desde los tiempos inmemorables. A continuación, como en ningún otro sitio, presentamos la simbología del número 1: información y datos. 

Número 1

El número 1 proviene del latín Unus, que hace alusión a único, ya que tanto en la numeración griega como en la romana se representa como una suerte de trazo solitario. La idea de trazo en soledad se puede ver en otras culturas, que lo pueden disponer como un punto o línea, y si es este último caso puede ser sinuosa, vertical u horizontal. Asimismo, existen variados prefijos que aluden a esta numeración, como mono o uni (por ejemplo, monóculo o unicelular). En la actualidad, el glifo que representa al uno moderno es una línea vertical, con un serif en la parte superior (es francés y da cuenta de un adorno al extremo de los caracteres tipográficos) y, a veces, una pequeña línea horizontal en la parte inferior. Esto tiene un origen tan variado como los números indios (de India, no de pueblos originarios), de China y hasta también de Roma (con su verticalidad y la pequeña horizontalidad en la zona inferior).

La matemática más elemental nos recalca que el número uno es un número natural, es decir, cualquiera de aquellos que se utilizan para contar ,es decir, para realizar los cálculos más básicos (que se encuentran en un orden sucesivo y son infinitos). Asimismo, se puede decir que es un número entero, lo cual prolonga la actividad de los conglomerados naturales, ya que añade el 0 y también los negativos. Se puede entender, entonces, desde la idealidad de la matemática, que con el paso del tiempo ha ido complejizándose, la importancia del número 1.

Sin embargo, existe toda una simbología del número 1. Pitágoras, un ser envuelto en misterio y carencia de información fidedigna, nacido en el siglo VI en la isla de Samos, ayudó mucho en este aspecto como sabio o filósofo. Más allá que no se sabe con total certeza si todo lo que se le atribuye es de él, si perteneció en verdad a un sinnúmero de agentes anónimos sus descubrimientos, lo cierto es que este padre de toda una escuela que contenía un rígido arte de vivir entendió al número 1 con propiedades que podrían decirse místicas. El número 1 simboliza la unidad y el origen de las cosas, ya que todos los números restantes son simples copias de éste o, dicho de otro modo, la múltiplicidad de unos da lugar a variados números, hasta el infinito.

Extendiendo lo dicho en el párrafo anterior, el uno significa aquello fundamental o sencillo que no se puede dividir. Es una suerte de mónada que forma una unidad con los demás números, porque en verdad está contenida en todos ellos ¿Qué son dos sino dos unos? ¿Qué son tres sino tres unos? Y así podríamos seguir indefinidamente, porque lo que esta elemental aritmética nos enseña es que el uno lo que permite es la homogeneidad esencial. Por lo tanto, si es el primer número, si es el primer número impar y es el único número entero que está contenido en los demás números, sean impares o pares, podemos decir que el uno es el principio de todo.

La unidad fundamental siempre ha interesado a múltiples civilizaciones y el fundamento en verdad es único: el corazón, el Sol, la piedra filosofal o Dios mismo (incluso, las hipóstasis son replicaciones de lo uno, porque nadie puede negar que, por ejemplo, en el cristianismo, Dios es Jesucristo y también el Espíritu Santo). Entonces el número uno es el padre de los números y los restantes son desdobles de este, es decir, realidades que emergen de la simple chispa divina inicial.

Pero en la simbología del número uno seguimos encontrando información interesante. Por ejemplo, si el número uno es la unidad, lo primero y lo único, es normal asociar a este número con lo ganador, lo prominente, lo sobresaliente, lo mejor, lo que no se puede igualar (la multitud de competencias en la historia humana lo atestiguan). E incluso se puede ir más lejos para observar lo grandioso del número uno, porque todos los rasgos mencionados hasta ahora nos recalcan algo: el universo no es caos, la realidad no es un fluir indeterminado desde esta simbología númérica, sino algo ordenado, armónico y por ende, regido por la paz (de hecho, la palabra cosmos deriva del griego y quiere decir orden). El uno, entonces, contribuye a un orden o es el fundamento del mismo orden.

Por otra parte, el número uno en muchas civilizaciones ha sido asociado al punto. Ya sabemos qué pensaban, por ejemplo, los pitagóricos al respecto. Es el inicio de todo, el origen del cual dimana todo, si se quiere, porque los puntos forman líneas, las líneas planos y los planos figuras. Además, la numerología considera al uno como el gran impulso creativo, una energía masculina como fundamento de ese impulso (no nos sorprendamos que la lectura sea falocrática o machista), fuerza inicial, principio activo y poder mental. También podemos decir que el número uno simboliza al hombre o mujer que camina erguido, sin trampas, mentiras o engaños (un hombre o mujer que contempla a su alrededor y sabe, a conciencia, hacia dónde dirigirse). Hay otros valores anexados: el uno como lo pionero, lo innovador, lo individualista, con una visión primaria porque, valga la redundancia, como es lo primero no puede contar con ninguna referencia clara. De algún modo esto recuerda a una forma de ser, que la onomástica y la numerología fundamentan: la persona que representa al número uno es honesta, por momentos poco diplomática, odia cualquier situación de esclavitud, se libera de los nidos familiares o de otro tipo, nace para ser un jefe, no siente miedo a ningún obstáculo que se anteponga a sus anhelos; es, en definitiva, una energía volcánica y liberadora (lo cual a veces puede traerle complicaciones en la adaptación al mundo exterior social, sobre todo porque se puede tornar egoísta, orgulloso y presuntuoso). Para culminar, el número uno se asocia a la realización, a la obtención de metas, por lo que quien sea de esa manera suele vislumbrar con malos ojos a las personas tranquilas, acomodadas, esas que, naturalmente, agradan de quedarse en el mismo lugar.

Hay que decir, finalmente, que el número uno cuenta con toda una simbología referida al mundo de los sueños, es decir, cuando dormimos. Se dice que si se sueña con dicho número es porque se ha comenzado a trabajar de manera ardua en una meta, que en definitiva es una forma de individualidad, de emplazar los sueños propios en lugar de los de la masa o la tribu. Esta última puede ser la familia, aunque, al respecto, hay que decir que el número uno no refiere siempre a alguien solitario y antisocial, sino un arquetipo de liderazgo, lo cual puede ayudar a cualquier agrupación humana con su participación.

Finalmente, el número uno es lo primero, por eso se puede asociar con el día de la semana domingo, con el astro que es el Sol, con el signo de fuego que es Leo, con el metal que es el oro (el más precioso de todos) y con la primera nota musical que es do.